Desde
hace poco más de un mes el centro de Tucumán goza con el despliegue de
tecnología que se puede observar en la planta baja del ex – hotel Corona, donde
funciona el moderno e impresionante centro de control de cámaras de la Policía de
Tucumán. Además, durante este tiempo, la plaza Independencia fue testigo de la
mega compra de patrullas que el gobierno provincial realizó. Ante tamaña
inversión en tecnología y equipo, suponemos que podemos esperar para los
próximos meses un drástico descenso de la criminalidad, ya que seguramente los
efectivos altamente capacitados de la Policía de Tucumán sabrán sacar provecho
de las nuevas tecnologías y equipos, en su permanente lucha contra el delito…
Eso si verdaderamente tal fuera el fin de los nuevos equipos,
pero la experiencia demuestra que: la real causa de la criminalidad no es
atacada por el mero hecho de que los policías cuenten con potentes cámaras, más
autos patrullas y mejores armas… o porque haya un mayor número de “pitufos”
deambulando por las calles a toda hora. En realidad, dichas medidas son algo
así como querer calmar el hambre de los hambrientos cortándoles el pescuezo,
según reza una antigua canción infantil. Y es que la causa real de la mayor
parte de los delitos es social, y por ello de la compra de equipos para la
policía se queda corta por todos lados, frente a una problemática que el
gobierno niega con su accionar criminal.
A Alpedovich
(y sus antecesores, así como todas las administraciones nacionales), no le
importa la suerte de la mayor parte de los tucumanos (cabría preguntarse, sí a
alguno de cuantos ocupan puestos de poder, le interesa el destino de alguien
que no sea él mismo) que viven en condiciones de extrema pobreza, cuando no de
completa indigencia. Siendo esta la situación, es dado pensar que la “mega
inversión en equipos” de la Policía es una táctica de distracción, que busca
alejar la atención del público de esta doble realidad: 1) las patrullas y las
cámaras no están para controlar el accionar de los verdaderos delincuentes (que
están dentro de la casa de gobierno, la legislatura, los tribunales, las
iglesias y las comisarias), sino de los ciudadanos en general y de los pobres
en particular, y su finalidad es el control y la represión social; 2) que poco
y nada hacen por cambiar las causas que producen la delincuencia: como la
pobreza, la falta de educación real, laica, científica y pública; o la carencia
de trabajo digno y permanente.
Ahora
bien, si al José no le interesa resolver las causas reales que generan la
delincuencia, como la injusticia social que creada por el modo capitalista de
producción y su brazo armado, el Estado (nacional o provincial), pero aun así
invierte en “tecnología de seguridad”, podemos estar seguros que es para “proteger”
sus intereses (o sea los de los ricos y del gobierno) y no nuestros intereses,
los de los ciudadanos. Eso significa que, la próxima vez que congelen los
fondos de las personas en los bancos (como durante “el corralito”), o los
sueldos sean reducidos (como ocurre en la actualidad de modo encubierto por el
incremento de la inflación), y usted quiera exigir, para usted y sus hijos:
PAN, TRABAJO, JUSTICIA Y EDUCACIÓN; ellos, José Baba y sus 40 ladrones, lo van
a estar esperando, con sus patrullas nuevas, las cámaras y un garrote bien
largo…
SONRÍA,
ELLOS NOS ESTÁN FILMANDO
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